LA DISCIPLINA Y EL PENTATHLÓN
9 de julio de 2011
LVIII Aniversario Nacional del PDMU
“Si mandas: no humilles. Si obedeces: no defraudes.
Si mandas: piensa. Si obedeces: piensa también”
(Ideario Pentathlónico, Art. XVII).
En toda actividad humana que se realiza con determinados objetivos existe la posibilidad de alcanzarlos con cierto grado de calidad o de fracasar en el intento, sobre todo si se trata de algo con alto grado de dificultad. Por citar uno de múltiples ejemplos, casos de éxito bastante conocidos son los de algunos deportistas mexicanos cuyo esfuerzo los llevó a ser los mejores en sus respectivas especialidades, como Hugo Sánchez, Ana Guevara, Soraya Jiménez, Fernando Platas, Julio César Chávez y el más popular a la fecha, Javier “Chicharito” Hernández, entre otros. Todos ellos se han sometido a intensos entrenamientos y estrictas reglas, convencidos de que esa es la mejor manera de buscar que sus sueños de excelencia se cumplan.
El éxito tiene mayor dificultad y por ende más mérito cuando depende de esfuerzos colectivos. Esto es, si la actividad se ejecuta con la intervención de más de una persona, los resultados serán buenos, regulares o malos según el desempeño de cada individuo. En este sentido la tarea se vuelve más complicada, tanto que se hace necesario implementar elementos de orden, que coadyuven a que todos trabajen en función de las metas: reglamentos, manuales, directivas, instructivos, mismos que a su vez serán eficaces en la medida en que las personas se sujeten a lo que en ellos esté establecido.
Tanto en los casos de éxito individuales como en los colectivos hay un elemento imprescindible, fundamental en el trabajo por alcanzar los objetivos planteados: LA DISCIPLINA.
Es muy fácil hablar de disciplina, promoverla y pregonarla. También es muy sencillo no sujetarse a esta norma bajo cualquier argumento justificante, ya sea por criterio, por prioridades, por sentido común, o por razones personales. Pero cuando eso sucede, cuando nos apartamos de las normas establecidas, también damos pasos atrás en el camino a las metas que nos hemos trazado. Lo difícil es, entonces, conducir nuestros actos conforme lo establecen los reglamentos, las normas, directivas y demás preceptos que constituyen la legislación institucional.
El Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario ha sufrido cambios muy notables a lo largo de estos 73 años de su existencia, pero se ha conservado firme en su esencia debido a que todas las generaciones de pentathletas, sin excepción, hemos incorporado la disciplina a todos los actos de nuestras vidas; aquí aprendimos que la subordinación, la obediencia, la responsabilidad y el cumplimiento del deber, se anteponen a los intereses particulares para el beneficio de la institución, aun a pesar de que muchas veces exija penosos sacrificios. Esta condición no riñe con la capacidad de razonamiento ni pretende oprimir la voluntad o la opinión personal; por el contrario, todo se amalgama creando circunstancias y procedimientos que hacen posible que las voces sean escuchadas, siempre en un ambiente de profundo respeto.
La disciplina nos rige a todos, desde el Recluta de reciente ingreso hasta la más alta representación del mando. Mientras a la tropa le corresponde obedecer y ejecutar como medios de aprendizaje y de adiestramiento, al personal con autoridad le toca ser responsable al ejercer su mando, sin perder de vista que todo este ejercicio de mandar y obedecer tiene motivos precisos y claros, y que la autoridad es en realidad una forma de servicio y no un instrumento de poder.
Institucionalidad, ideología patriótica, carácter firme, voluntad férrea y disciplina, características que definen a los pentathletas y por ende a esta gran institución que es el Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario, desde su nacimiento en 1938 y en su actualidad de 2011. Hoy como ayer:
PATRIA, HONOR Y FUERZA
