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  Comandante de la Zona Tamaulipas (El Pentathlón en tiempos violentos)
 


 

EL PENTATHLON EN TIEMPOS VIOLENTOS

Por el 1er. Comandante de Infantería.
Médico Cirujano, Agustín Badillo Tristán
Comandante de la Zona Tamaulipas

  

El Pentathlón se creó por una razón muy importante: la preparación de jóvenes para el inminente conflicto bélico en Europa y la posibilidad de que nuestro País se pudiera ver envuelto en esta Guerra Mundial.  Es cierto, quienes lo crearon fueron esos jóvenes universitarios, que además, viendo esa apatía y falta de valores de la época que les tocó vivir, quisieron darle una mejor oportunidad e nuestra Patria, retomando los altos valores morales y patrióticos adoptando la disciplina militar como un medio de orden para la vida y que también permitiera la formación de recursos humanos aptos en los quehaceres castrenses, de modo que sirvieran de apoyo  para nuestra Fuerzas Armadas que se encontraban en un Estado de Guerra. De ahí que el nombre inicial de nuestra Institución fue el de Pentathlón Deportivo Militar Universitario.

A través de la historia de estos 72 años, nuestra institución ha ido adaptándose a las condiciones propias de las épocas y a las circunstancias de la vida, y por tanto, siempre ha sabido mantener por encima de cualquier situación, sus preceptos ideológicos, sustentados en el Código Fundamental y en el Pentálogo, que presentan como principio fundamental la Grandeza de la Patria. En virtud de esto, el Pentathlón se ha establecido como una agrupación que a través de estas siete décadas ha forjado y formado a miles y miles de jóvenes: hombres y mujeres de todos los estratos sociales, religiosos y políticos, coadyuvando a convertirlos en personas de bien, aptos para afrontar y enfrentar todos los retos que México ha demandando en todos los tiempos. De tal manera que la misión del Pentathlón ha sido, es y seguirá siendo, la formación de recursos humanos con una educación integral: humanista, ética y patriótica, sustentados en altos valores de honradez, responsabilidad, honorabilidad, lealtad, trabajo y espíritu de servicio, capaces de desempeñarse en cualquier ámbito de la vida en el que así lo deseen, y que por ende contribuyan al engrandecimiento de la Patria.

En la actualidad, nos encontramos inmersos en una lucha sin cuartel contra el cáncer de la delincuencia organizada; vivimos tiempos muy violentos, lo mismo en las zonas rurales que en la ciudades, prácticamente de todo el territorio nacional. Irónicamente, quienes cometen estos delitos en su gran mayoría son personas que no rebasan los 25 años de edad; miles de éstos han perecido, otros tantos se encuentran en las cárceles. Son parte de una generación perdida que nació en los 80 y 90, y que no solamente están en estos malos pasos, per se, sino que toda esta situación tiene que ver con muchas otras causas de fondo muy importantes como han sido:  la falta de mejores programas de gobierno, educativos y formativos en los jóvenes,  que fomenten los verdaderos valores humanos, los malos manejos de gobiernos que han provocado crisis económicas, y que por lo tanto han ocasionado una falta en la generación de empleos dignos para una gran parte de la población, lo que ha facilitado que estas generaciones literalmente hayan sido tragadas por este monstruo de la delincuencia, al ser tentados por el dinero fácil. Por otra parte, el paternalismo malsano del gobierno con que se han cobijado muchas instituciones y programas, cuyo objetivo principal es el propio enriquecimiento de quienes los dirigen, olvidándose de las verdaderas razones para las que fueron hechas;  la apatía y la indiferencia por una parte y el contubernio por la otra, de muchas autoridades a diferentes niveles de gobierno durante varios sexenios, y que han permitido que este flagelo haya crecido a dimensiones inimaginables y que hoy esté costando tanto dinero, dolor y lágrimas a nuestra población, principalmente a tanta y tanta gente inocente que desgraciadamente ha muerto en el fuego cruzado de los bandos por estar en el momento y lugar equivocado,  y en gran medida los Derechos Humanos mal entendidos por parte de las autoridades, que ha contribuido a una falta total en la aplicación de la disciplina, en los hogares y en las escuelas, permitiendo que los niños y jóvenes ahora puedan estar por encima de padres y profesores, haciendo muchas veces lo que bien les venga en gana, ocasionando que muchos de estos padres y profesores, se vuelvan indiferentes para evitarse problemas innecesarios al tratar de corregir estas malas conductas. Muchos de estos alumnos son los que terminan precisamente en las filas de la delincuencia, al carecer de verdaderos valores formativos, y cuando llegan a ser detenidos, terminan siendo defendidos a capa y espada, por esos mismos derechos humanos. Desgraciadamente estas generaciones han sido las más vulnerables.

Debido a todo esto, la sociedad actual vive en un estado de zozobra, temerosa, desconfiada, a la defensiva, lo que ha ocasionado que en muchos estados de la República Mexicana, principalmente en los del norte, se esté generando una gran problemática en nuestra institución, debido a la deserción de muchos jóvenes y niños de los centros de adiestramiento, ante el temor lógico de los padres de familia para llevar a sus hijos. Y si bien en gran medida son ciertos estos temores, también lo es el hecho que el Pentathlón debe seguir realizando sus actividades de acuerdo a sus propios programas de trabajo, estableciendo incluso también nuevas estrategias de seguridad tendientes a salvaguardar en forma primordial y en todo momento la integridad de sus elementos. Así en éstos tiempos tan violentos, nuestra Institución, tiene la necesidad imperante de reforzar sus bases ideológicas,  atacando no solo el aspecto formativo de los jóvenes, sino además, dándole un  enfoque preventivo para tratar de evitar que quienes formen nuestras filas caigan en las garras de este cáncer, buscando además impactar de mayor forma y fuerza a las autoridades en busca de mayores apoyos que permitan continuar con la loable labor de nuestra Institución ante la sociedad.

Es cierto que existe una lucha armada con la delincuencia organizada, también es cierto que el Pentathlón no forma ni soldados ni policías, ni mucho menos se tienen armas para contribuir en esta guerra. La institución se conduce con La Fuerza de la Razón y deja como último recurso La Razón de la Fuerza. Por tal motivo, nuestra misión seguirá siendo formar personas pensantes, con criterio propio, que hagan de la disciplina y el orden un estilo de vida sano y honorable, que sean leales a sus convicciones y que las defiendan con la razón que les asista, pero que también tengan la suficiente humildad para aceptar y enmendar los errores cometidos. La mayor arma de la institución es el inmenso Amor a la Patria, lo que se traduce en colaborar con las verdaderas autoridades, públicas y privadas, y con la sociedad misma, en seguir trabajando incansables desde nuestra trinchera para hacer de este Gran País la Patria que todos queremos y nos merecemos, el legado que habremos de pasar a las generaciones que ya están presentes, y a las que están ya por venir.

El Pentathlón es una Gran Institución, que se ha ganado con trabajo una personalidad propia, que tiene una identidad muy definida, y ninguna situación por difícil que sea, ha de terminar con esta herencia que nos han dejado tantos y tantas que nos antecedieron. Misión nuestra es continuar con este trabajo.

En éste año que se celebra el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, debemos de continuar con esa lucha que aquellos próceres libraron con las armas, para que los mexicanos de hoy podamos vivir en un País de paz y de leyes, con Gobiernos que realmente gobiernen para el pueblo con instituciones confiables. Que esta lucha se traduzca en lo que nuestro propio ideario dice: “No son las bellas frases las que logran salvar a la Patria; son los grandes ideales y las grandes y permanentes obras que construyen. Prefiere ser buen obrero a elegante versificador”.  Somos los hijos de una raza de bronce, que nos legó una gran tradición de gloria y honra, y que al continuarla, estaremos contribuyendo con la finalidad suprema: La Grandeza de la Patria.

 

 

El Pentathlón debe seguir siendo la institución que México necesita, formando ciudadanos íntegros, que cada día al clarear el sol se levanten con la convicción del trabajo honesto, sabedores de que con su esfuerzo diario contribuyen a formar un mejor País para ellos y para sus hijos. Esta es la responsabilidad de nuestra lucha en tiempos tan violentos que nos está tocando vivir. Este es nuestro compromiso con la Patria, que sabremos afrontar como siempre, con nuestra mejor convicción: Con Moral de Vencedor. 


Patria, Honor y Fuerza
Comandante de Zona

 

 
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